martes, 17 de julio de 2018

Había una vez…


Una perrita muy pequeñita que paseaba sola por una carretera, de repente unos niños se le acercaron. 
Ella movía su rabito muy contenta y feliz porque ya no iba a estar nunca más sola, ella había empezado a tener miedo de los coches que velozmente pasaban a su lado en aquella hostil carretera. 
Hacía tanto sol que cegaba, y la perrita no llevaba gafas de sol. Los niños llegaron hasta la perrita y muy nerviosos empezaron a jugar con ella. 
De repente una nube tapó el sol, y la perrita levantó su mirada (hasta aquel día, ningún niño le había acariciado, nadie había jugado con ella, no sabía lo que era estar acompañada), frente a ella, había una bruja muy mala, tenía la cara verde y llena de verrugas con pelos.  
La perrita no sabía que hacer, estaba tan contenta y feliz, que no quería irse corriendo, pero la bruja espantó a los niños que huyeron despavoridos, y la dejaron allí, sola, como siempre había estado. 
La malvada bruja lanzó un hechizo contra la perrita, y la convirtió en piedra.  
La estatua de piedra quedó allí sola, parecía que el destino no había preparado una feliz historia para esta perrita, que había acabado sola buscando un hogar en aquella peligrosa carretera. 
Pasaron meses, años, décadas, siglos, y allí estaba la estatua. Era tan preciosa, que todo aquel que pasaba por delante se paraba a mirarla. La gente cada vez más iba a visitarla, pues los dulces ojos de la perrita de piedra calentaban el corazón de los infelices, hacían sonreír a las personas más amargadas del planeta, los sufrientes de amor iban a visitarla porque se decía, que cuando le contabas tu pena de amor, ella hacía desaparecer el dolor de los recuerdos.  
Una tarde gris, paseaba por aquella oscura carretera una familia que estaba muy triste. Eran tres princesas republicanas de un maravilloso país lejano. Iban acompañadas por dos geniales ángeles de la guarda; faltaba el tercero, ya que una de las princesas vivía sola en un gran castillo, y se sentía muy triste.  
La triste princesa republicana se acercó a la estatua, la observó detenidamente. Se dio cuenta de que la perrita de piedra tenía su mismo color de cabello, una rara coincidencia, ya que ambas tenían el pelo rojo fuego. 
Unas lágrimas cayeron por el rostro de la joven, se sentía tan sola que no se calentaba su corazón frente a la estatua. De repente, la perrita de piedra comenzó también a llorar, la princesa republicana no daba crédito a lo que veía. A medida que iba mojándose la piedra, la estatua iba cobrando vida.  
Resulta, que la perrita era un hada maravillosa cuyo cometido en esta vida, era llevar felicidad por donde ella pisase. Pero la malvada bruja no quería que la perrita inundara de amor la tierra. 
Cuando la estatua terminó de cobrar vida, la princesa republicana comenzó a acariciarla. Su corazón por primera vez en mucho tiempo, se sentía lleno y contento. Y la perrita por primera vez en su vida, se sintió felizmente acompañada. 
Pero mientras las dos nuevas amigas se abrazaban, el día oscureció y las nubes se convirtieron en bocas gigantes que soplaban tan fuerte como para hacer volar a las princesas republicanas. La malvada bruja había hechizado el cielo entero y lo había conjurado contra la perrita, esa perrita podía hacer que el mundo entero fuera feliz si viajaba, había que volver a convertirla en piedra y encerrarla en el último rincón de la tierra. 
Pasaron días, semanas, meses, años, la princesa republicana del pelo de fuego no volvió a ser feliz, tenía una espina tan grande en el pecho clavada, que apenas podía respirar. El conjuro de la malvada bruja contra la perrita, también le había afectado a ella, o simplemente había encontrado verdadero amor en esa perrita, y su ausencia la estaba matando poco a poco. 
Su mamá y sus hermanas se pusieron manos a la obra, porque todas, antes que princesas republicanas eran una feliz familia, formada por una preciosa mamá pelirroja y sus tres bellísimas hijas.  
Cada una tenía la obligación de velar por la felicidad y bienestar de los habitantes republicanos de los países lejanos en los que vivían. La mamá tenía el país más grande y feliz del mundo, ella cada día vigilaba para que ninguna bruja perturbara la felicidad y tranquilidad de su reino. Las tres jóvenes princesas republicanas también tenían cada una su país lejano para vigilar. Pero la triste pelirroja de fuego había sido apresada por una tristeza muy grande llamada desamor. 
El lejano país que vigilaba la princesa republicana del pelo de fuego había sido también hechizado por el desamor, todos los habitantes republicanos se habían vuelto grises y sus corazones de piedra. 
La reina republicana buscó en cielo y tierra a la perrita de piedra, recorrió cada rincón hasta encontrarla. Intentó devolver la vida a la perrita, pero no lo logró. Decidió llevarla junto a la princesa republicana de pelo de fuego. 
Cuando su mamá entró en la habitación, comenzaron a llorar la perrita y la princesa republicana, todos los habitantes de su país lejano volvieron a recuperar sus colores, y la felicidad inundó de nuevo sus corazones. 
Jamás la malvada bruja pudo volver a utilizar sus poderes contra la perrita y la princesa republicana, encontró de nuevo el amor con ella, juntas habían superado todos los miedos, y se habían convertido en una pareja inseparable. 

Y se puso de moda la felicidad en todos los rincones de la tierra. 

Mi fiel compañera

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